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domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 5 Gale


Todo está en silencio, no oigo nada, ni mi respiración, ni si quiera los latidos de mi corazón. 

Por un momento temo haberme quedado sordo, o peor;  haber muerto, aunque no creo que sea esto lo que se siente al morir. No recuerdo nada, mi nombre, mis padres, lo que hice ayer… ¿Ayer? ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde eso? Solo tengo una cosa en la cabeza, un nombre, creo. Katniss.

Abro los ojos, o eso creo porque todo está blanco, pero no blanco como las nubes, o la nieve, es más bien un blanco brillante, impecable.

Después de un rato mirando... al cielo, o techo, o lo que sea, intento levantarme y, para mi sorpresa no me duele ni me cuesta ningún esfuerzo. En cuanto estoy de pie, veo que estoy en medio de lo que parece ser un camino rojo, rojo sangre, completamente recto, de más o menos, metro y medio de ancho y una vez que termina, más de ese blanco rodeándolo.
 No se ve nada a partir de unos 20 metros, simplemente se difumina y se une con el color que inunda todo lo demás. Según voy avanzando va apareciendo más del camino que, como no me canso al andar, pienso recorrer hasta llegar a algo.

Cuando estoy a punto de abandonar, por aburrimiento de tanta monotonía aparece un borrón marrón y corro hasta llegar a él.

Es una chica, vistiendo una camisa blanca y pantalones rojos, al igual que todo por aquí. Menos yo, que voy entero de negro.

La chica tiene toda su melena morena delante de la cara y está atada por las muñecas a un poste de madera. Me acerco más a ella y salta cuando intento apartarle el pelo de la cara. Levanta la cabeza y entonces, además de descubrir quien es, consigo relacionar el nombre que me recordé antes, es Katniss. Y tengo que sacarla de aquí.
Cuando me fijo más en su rostro veo que está manchada de rojo, como si hubiera llorado sangre.

  -Gale... -parece contenta de verme, tanto que empieza a llorar, abriendo surcos en el rojo de su cara.

  -Kat, espera que te saque de aquí -

En cuanto empiezo a pensar como cortar las cuerdas aparece un cuchillo hincado en el suelo, lo cojo, corto las cuerdas y cae en mis brazos.

  -Gracias por salvarme -dice y yo sonrío, porque me alegro de que, sea donde sea que estemos, ella esté conmigo. Me mira, suena un silbido y ella abre mucho los ojos.

Estoy a punto de preguntarle que pasa cuando cae de mis brazos al suelo de espaldas y veo que el pico de una flecha asoma por su pecho, manchando la impecable camiseta de un brillante carmesí.

Me tiro junto a ella, pero cuando estoy a punto de cogerla se esfuma y me quedo solo, el blanco se vuelve negro y una sombra vuela hacia mi, me levanto y echo a correr.
Cada vez se ve menos, según la sombra me alcanza la oscuridad lo invade todo más y más.
Entonces el camino rojo desaparece y caigo al vacío, sin nada que detenga mi descenso, la sombra se ríe de mi, y su risa me hace daño, como si me clavaran puñales por todo el cuerpo.

Algo que no es la sombra, ella se sigue riendo, me coge del cuello de la camisa, haciendo que no pueda respirar, ahogándome con mi propio peso. Poco a poco dejo de sentir la risa, lo poco que veía desaparece.

Solo noto que me queman los pulmones, arden.


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